Un poco de mi

Lo heredado no es comprado y es algo muy cierto. Yo he heredado de mi padre el pensar, el soñar y el sosiego. De mi madre la fuerza, el impulso y la voz,  y de los dos en consonancia la independencia propia y el respeto a  los demás. En mi casa siempre hubo una persona acogida sin hogar (indigentes les llaman),  para mi tienen nombre propio, convivían como parte de la familia, uno más. Puede ser una locura si lo piensas,como tantas otras catalogadas,  de hecho para el resto de los vecinos era como un suicidio en acto, pero para mis padres no era una cuestión de pensar. Si uno de ellos se encontraba con alguien que lo necesitara, le abría las puertas de su casa y no había nada más que preguntarse. Cuando se querían ir se iban y a los años, cuando habían enganchado la vida otra vez, como Luis del que tengo un gran recuerdo, volvían a saludarnos. Qué mayor muestra de solidaridad que esa. Por eso y por muchas otras razones admiro a mis padres,  no por el hecho de haber ayudado a alguien,  que es algo que les honra y que hacen muchas personas a diario, sino por el hecho de que sus hijos lo hayamos podido vivir como parte de nuestra educación.

Cris.

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