Geometrías

Aquella mañana se despertó de un sueño inconcluso e inolvidable. Desayunó abrazada a él, desnuda y pequeña entre las aristas de un gran corazón. Cuando terminó de llorar el miedo de no verlo, se descubrió en la calle paseando mágicamente con su presencia,  disfrutando los átomos de la oscuridad que se arrastraban hacia la luz y la carne abierta a cada gota de puro alivio. Hizo un alto en aquella paralela durante un tiempo, iluminó su dolor acariciando sus ojos en diagonal y se engañó contemplando el paisaje de aquellos labios que abandonaban la celérica carrera de la vida, para doblar la esquina e imbuirse en su hoguera transversal, que encendida, borraba el paso a pasos de frases calladas en el profundo oasis de su memoria.

Cris.

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