El pescador




Amante de tus lágrimas quisiera
Reflejo de tus muslos perdería
Género de tu silencio me consuela
Tus sentidos ninfas de las estrellas 
Afrodita.

Cris.

...nadie nos roba el corazón para siempre

Todos somos como el pescador. Soñamos con una presa grande, con la comodidad de no tener que andar por ahí mendigando el sustento diario. Pero cuando la encontramos, cuando hallamos el Amor, cuando hallamos a la Mujer entre huesos, a esa fuerza que nos trasciende y es mas poderosa que nosotros, nunca es como la imaginamos. Siempre es más poderosa y más horrible, y más temible… y siempre, de una u otra manera, nos conmociona, quizá hasta nos de miedo.

Nunca estamos preparados para eso que, paradójicamente, salimos a pescar desde el principio. La primera reacción es de temor. La segunda, sentirnos perseguidos. Eso mismo que pescamos parece corrernos, atraparnos; amenaza con dañarnos. Corremos hacia el refugio, hacia la tibieza del antes, a ver si ahí todo vuelve a la normalidad. Error: quedamos atados para siempre de esa imagen, los cazadores cazados.

Si el miedo se supera, si se puede ver de frente, la Mujer entre huesos no es tan terrible. Simplemente está descuajeringada, fuera de uso y un poco anquilosada. Se trata de acomodarla y descansar luego de semejante tarea de arquitectura. Es tarea dura, pero, cuánto vale.
La entrega es siempre horizontal. La entrega es siempre incondicional. Como el dormir, como el sueño. Es confiar. Cerrar los ojos y dejar caer las lágrimas de los sueños ocultos, inconfesados. Esa es el agua dulce que regenera.

Nadie nos roba el corazón para siempre. Apenas lo toma prestado. Y lo devuelve, sin que te des cuenta.  Apenas te lo pide para renacer. Y la recompensa promete ser... promete ser la negación de la nada.

Así, cuando los amantes son capaces de soportar la naturaleza de la Mujer entre huesos, la naturaleza del Amor, de esa que es nacimiento, muerte, resurrección, e intentan comprenderla como una continuidad, como una noche entre dos días...entonces se fortalecerán juntos y podrán comprender que nadie, nadie nos roba el corazón para siempre.




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